Las batallas de los que se echaron al monte.

Sergio del Molino
HERALDO DE ARAGÓN 03/05/2008

Llovían tiros de todos los sitios. Andrés y yo nos quedamos los últimos en la carrera. Encontramos un pequeño relieve del terreno, pero como nos tenían localizados, buscamos el grueso de los camaradas y, a unos 300 metros de aquel lugar, es donde hirieron mortalmente al camarada Andrés.
Yo, al ver caer a Andrés, no dudaba de que mi puesto estaba a su lado, me tiré al suelo y, a rastras, me acerqué. Ví que aún tenía vida y le llamé. Quiso como decirme algo y murió".

El párrafo anterior forma parte del informe que el guerrillero "Pedro" remitió a los responsables del Partido Comunista de España (PCE) a finales de 1949. El 7 de noviembre de ese año, el maquis había recibido uno de sus golpes más fuertes, que acabaría por acelerar su desaparición: el asalto de la Guardia Civil al campamento de Cerro Moreno, en las cercanías de Santa Cruz de Moya (Cuenca). El maqui "Pedro" fue el único superviviente de la matanza, en la que perdieron la vida doce destacados dirigentes de la Agrupación Guerrillera de Levante y Aragón (AGLA).

Santa Cruz de Moya, con apenas 400 habitantes, es un pequeño pueblo serrano encajonado en las lindes de Teruel, Cuenca y Valencia. Su posición geográfica lo convirtió, en los años de posguerra, en punto de referencia del maquis. A través de una tortuosa ruta que serpenteaba por el este de Aragón, los guerrilleros bajaban a pie desde Francia llevando armas, municiones, víveres y dinero a la zona de combate de la AGLA, que operaba en la amplia región montañosa que va desde el Maestrazgo y el Matarraña, en el norte, hasta los campos de Requena y Utiel, en la provincia de Valencia, en el sur. Amplias áreas de Teruel estuvieron afectadas por las actuaciones de los guerrilleros. En Santa Cruz de Moya se ubicaba, de forma más o menos estable, el mando del 11 Sector.

Muy lejos queda aquel frío amanecer del 7 de noviembre de 1949 en Cerro Moreno. A lo largo de la noche, numerosos efectivos de la Guardia Civil tomaron posiciones alrededor del campamento, sin que el guerrillero de guardia se percatase de nada. Con las primeras luces del alba, en torno a las 7.00, el comandante dio la orden de asalto y comenzó un combate de cuatro horas en el que murieron todos los 'bandoleros', como se conocían en la terminología del régimen. Sólo se salvó "Pedro", sobre quien recayeron, durante muchos años, serias sospechas de traición. Los miembros de la AGLA le señalaron como delator. "No se salvó; le dejaron huir", se lee en algunos informes de guerrilleros que operaban en los alrededores.

Las luchas entre las fuerzas guerrilleras y los destacamentos de la Guardia Civil convirtieron amplias áreas aisladas de Teruel, Cuenca, Valencia y Castellón en una velada, pero innegable, zona de guerra. En los pueblos, como en Santa Cruz de Moya, o en los turolenses Manzaneras y Torrijas, en la sierra de Javalambre, la guerrilla contaba con simpatías y apoyos. De aquellas localidades salían también los efectivos: jóvenes campesinos, a veces casi niños, que se echaban al monte. Muchos de ellos habían quedado marcados por la contienda: eran 'los hijos del rojo'. Algunos, por convicción, por deseo de justicia. Los más, porque no les quedaba otro remedio: en el monte se podía morir por una bala, pero no de hambre, como sí podía suceder en el pueblo.

La AGLA se formó en 1945 a partir de núcleos dispersos a lo largo de todo ese vasto territorio. Su creación obedeció a la estrategia del PCE, aunque en sus filas había también militantes de otras filiaciones políticas, principalmente anarquistas. En 1945, las organizaciones republicanas, tanto en el exilio como en el interior, todavía confiaban en que los aliados no iban a tolerar el régimen de Franco, que sufriría la misma suerte que los de Hitler y Musolini. Por eso, la finalidad de la AGLA no era derrotar a un enemigo demasiado poderoso, sino presionar y mantener viva una revuelta que impidiera al franquismo hacerse más fuerte.

La historia de la AGLA abarca siete años: de 1945 a 1952, que es cuando el PCE ordena la disolución del maquis y su retirada a Francia. En ese período, los maquis de las montañas protagonizaron una lucha irregular, que, al final, se limitaba prácticamente a resistir y ocultarse de los guardias.

El camino aragonés

El viaje comenzaba en Aínsa. Probablemente de noche, para burlar la vigilancia de los carabineros y gendarmes que patrullaban la frontera. Evitando carreteras y caminos principales, caminaban por los valles de la sierra de Santo Domingo y, tras cruzar el Ebro en algún vado al este de Zaragoza, llegaban a la localidad de Azuara, cerca de Fuendetodos. Allí podían asearse y descansar un día en casa de un enlace para proseguir el viaje, a través de la cuenca minera de Aragón, hasta Camarena de la Sierra, al sur de la ciudad de Teruel, donde otro enlace les orientaba y ayudaba. En ese punto ya sólo les quedaba el último tramo, el que llevaba hasta Santa Cruz de Moya. Era el más corto, pero también el más peligroso, pues estaba plagado de patrullas de civiles.
Esta ruta, compleja, larga y arriesgada, es uno de los principales caminos seguidos por los maquis en sus idas y venidas para mantener el contacto con la organización del PCE en el exilio de Francia.
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JOSÉ RAMÓN VILLANUEVA HERRERO -
Diario de Teruel del 10 y 11 de enero de 2008.

Pizarro asumió plenos poderes civiles y militares: Gobernador Civil y Jefe Provincial del Movimiento, cargo que ocupó hasta 1954, era también Jefe de la V Región de la Guardia Civil.

Unos meses antes de su nombramiento como Gobernador de Teruel, el régimen había aprobado el Decreto-Ley de Represión del Bandidaje y del Terrorismo (18-IV-1947). Recordemos también que una Circular de la Dirección General de Seguridad (11-III-1947) prohibía expresamente utilizar el término de “guerrilla” o “guerrillero”, ordenando que se emplease el de “bandolerismo” o “bandolero”. Estas circunstancias van a ser utilizadas por Pizarro para, investido de plenos poderes, y tras militarizar todo el territorio provincial considerándolo “zona de guerra”, iniciar lo que Mercedes Yusta define como “una guerra personal contra el maquis”, a los que el general llamaba despectivamente “forajidos”.

Pizarro que, en su “cruzada” particular contó con el apoyo de numerosos contingentes de la Guardia Civil, y, también de la Policía Armada, voluntarios de Falange y somatenistas, intentó controlar los refugios naturales de la guerrilla, esto es, las serranías. Para ello, ordenó el desalojo de todas las masías para así cortar el apoyo y los suministros al maquis, utilizó nuevas tácticas de contraguerrilla (guardias disfrazados de maquis que roban y torturan indiscriminadamente) y de “tierra quemada” (quema de cosechas) para así minar los apoyos civiles al maquis. Igualmente, bajo su mandato se vivió una situación de auténtico terror entre la población sospechosa de simpatizar con la guerrilla utilizando métodos de enorme dureza: las palizas, los fusilamientos simulados para lograr confesiones, el envenenamiento de víveres o la implacable aplicación de represalias y de la fatídica “ley de fugas”, fueron frecuentes. Además, como testigos mudos de tanto sufrimiento, ahí quedaron nuevas fosas comunes, como las existentes en Alcalá de la Selva, Mora, Monroyo, Civán y otros lugares de triste recuerdo.

La ofensiva de Pizarro se inició el 9 de agosto de 1947 con el ataque, mediante un bombardeo con morteros y el posterior incendio del pinar en que se refugiaban, del campamento guerrillero de La Cerollera, en el que tenía su base de operaciones el Sector 17 del AGLA al mando de Angel Fuertes (“Antonio”). Unos meses más tarde, el 18 de diciembre, la Guardia Civil asaltó el campamento del maquis en Monte Camarracho, cercano a Cabra de Mora y, dos días después, el objetivo fue el campamento-escuela del Sector 11 del AGLA de monte Rodeno, situado en el término de Valdecuenca.

Aunque en 1948 tuvo lugar la llamada “ofensiva de primavera” del AGLA, ésta se hallaba muy debilitada por la acción represiva de Pizarro. No obstante, el maquis mantuvo una cierta actividad hasta finales de 1949, fecha en la cual murió cerca de Alcañiz Pelegrín Pérez (“Ricardo”), máximo responsable del AGLA, y el 7 de noviembre era asaltado el importante campamento de Santa Cruz de Moya, localidad conquense convertida en la actualidad en un auténtico memorial de la lucha guerrillera antifranquista.

Partiendo de sus bases de operaciones en el Maestrazgo, Cuencas Mineras y Montes Universales, diversas partidas guerrilleras actuaron a lo largo de toda la provincia. Este fue el caso de, entre otros, de “Espartaco”, una partida libertaria mandada por “Modesto”, un minero de Armillas, de la cual dependían otros grupos como los de “El Zagal” (un joven anarquista de Escucha), “El Macho” (Justiniano García) y “El Chaval” (Pedro Acosta), ambos libertarios y naturales de Utrillas, o el grupo de guerrilleros socialistas al mando de “El Soriano”. Otros dirigentes guerrilleros fueron “Rabós” y “Petrol” (José Ramia Ciprés), ambos de Aguaviva, “Paco el Serrano” (Francisco Serrano Iranzo) y su compañera “ La Pastora ” (Teresa Plá), los dos de Castellote, “El Pinchol” (Florencio Guillén), natural de Gúdar, “Jalisco”, “Pepito el de Mosqueruela”, el turolense “Delicado” o el grupo del anarquista alcañizano Paco Antolín. Cuando en 1947, momento álgido de la actividad del maquis en Aragón, la Agrupación Guerrillera de Levante y Aragón (AGLA), bajo dirección del PCE, destacará la figura de “Ricardo” (Pelegrín Pérez), posiblemente el mejor dirigente del maquis de cuantos actuaron en tierras turolenses.

La importancia del maquis en Teruel nos la ofrecen los mismos datos oficiales. Según éstos, durante estos años se produjeron en las tierras turolenses las siguientes acciones: refriegas con las fuerzas del orden (73), muertos en la población civil (43), secuestros (27), sabotajes (57), golpes económicos (302), guerrilleros muertos (105), guerrilleros heridos (32), guerrilleros presos (67), guerrilleros entregados (10), enlaces de la guerrilla detenidos (812), fuerzas del orden muertos (12) y fuerzas del orden heridos (32). Como vemos, destaca el importante número de turolenses detenidos por colaborar con el maquis, así como los golpes económicos, a los que habría que añadir las multas a los delatores y confidentes de la policía. Entre los muertos, además de los maquis caídos, hay que añadir la ejecución de, además de algunos torturadores o confidentes policiales, a autoridades franquistas locales tales como los alcaldes de Villar del Cobo, El Cuervo, Tramacastiel o los casos del cabo de la Guardia Civil y el médico de Mas de las Matas. Estas acciones sólo sirvieron para desatar una violentísima represión, la cual, bajo el mandato del general Pizarro, caracterizó a la lucha antiguerrillera en las tierras turolenses.

Las principales acciones del maquis ocurridas durante 1947 fueron la voladura y descarrilamiento del ferrocarril Central de Aragón entre Barracas y Rubielos (7 mayo), asalto al tren pagador en Caudé (julio), ataque a dos camiones de la Guardia Civil que se dirigían desde Tragacete a Teruel (3 diciembre) el cual ocasionó 12 muertos u varios heridos y una brutal represalia posterior, o la ocupación de algunos pueblos como Sarrión, Foz Calanda o La Cerollera. En este último caso, ocurrido en una fecha tan simbólica para la dictadura como era el 18 de julio de 1947, el pueblo fue ocupado por un grupo de guerrilleros que se presentaron como miembros del Ejército de la República. Acto seguido, se ordenó que, en el término de 10 minutos, se personase un vecino de cada casa en la plaza en donde, ante una pancarta en la que podía leerse “Campesinos: los guerrilleros de Levante te protegen”, se procedió a la quema de los retratos de Franco y José Antonio y a izar la bandera tricolor en el Ayuntamiento. Posteriormente, se homenajeó en el cementerio a varios maquis muertos: tras cantar el “Himno del Guerrillero” y disparar salvas de honor, los combatientes volvieron al monte no sin antes dar la mano al alcalde y al juez de paz.

La actividad guerrillera no sólo se dejaba notar en el monte, en las masías y en los pequeños pueblos serranos, sino que también se extendía a poblaciones más grandes como era el caso de Alcañiz. En la ciudad bajoaragonesa, en donde existían núcleos clandestino (y activos) de la CNT , la Alianza Nacional de Fuerzas Democráticas (ANFD) y de Juventudes Socialistas (JSE), se tiene constancia que en vísperas del 18 de julio se colgaron banderitas republicanas y el grupo “ La Monegal ”, tapadera de la CNT local, actuaba como enlace de la guerrilla de la zona. De hecho la desarticulación de la CNT , ANFD y JSE alcañizanas en agosto de 1947, al poco de ser nombrado gobernador civil de Teruel el general Pizarro, dio lugar a varios asesinatos en Civán, y más tarde en Monroyo, así como a la desarticulación de 3 campamentos guerrilleros, entre ellos, el ya citado de La Cerollera.

Si bien es cierto que 1947 fue el momento álgido de la guerrilla antifranquista en la provincia de Teruel, también es cierto que la llegada del general Pizarro y la implacable represión desatada por éste contra el maquis y sus apoyos, produjo un cambio radical de la situación.

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