Las cuatro páginas con las que se estrenó La Hoja se editaban en los talleres de El Diario Montañés y contenían de forma apretada un resumen de la actualidad internacional, nacional y local. La primera etapa del periódico se distinguió por su asepsia política, línea informativa que se interrumpió con la incautación que llevó a cabo el Frente Popular. En este período sus páginas se transformaron en una especia de boletín de órdenes y disposiciones oficiales, así como en estafeta de los milicianos combatientes en los frentes de batalla provinciales.
Pasada la contienda civil, La Hoja volvió a manos de la Asociación de la Prensa y después de varios cambios en la dirección reanudó la línea informativa interrumpida por la guerra. El incendio de la ciudad en el año 41 destruyó los talleres de El Diario Montañés y también la sede de la Asociación, por lo que hubo que recomenzar a los pocos meses.
Si la política no pudo acabar con La Hoja después de atravesar tantos avatares, sí pudo hacerlo la competencia entre empresas periodísticas. La decisión de salir los lunes, tomada por el diario Alerta, secundado más tarde por El Diario Montañés, supuso el acta de defunción de una publicación emblemática en la prensa regional. El último número de La Hoja del Lunes apareció el 9 de julio de 1984. Casi medio siglo de la historia de la región había pasado por sus páginas.
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