EL MUNDO 13/11/2000
Montxo Armendáriz odia la amnesia. Hacer memoria no es un capricho impertinente ni el caramelo del que se ha adueñado el director para provocar al «si Franco levantara la cabeza».
Con Silencio roto, película que rueda actualmente, se recrea la parte de historia no contada sobre las andanzas de los guerrilleros del maquis: el sufrimiento y las ilusiones de las mujeres que les esperaban en los pueblos.
Se escondían en sus casas, se enamoraban de ellas y muchos eran detenidos o debían huir de los soldados franquistas. Si en Secretos del corazón un niño nos contaba la historia, en la sexta película de Armendáriz es la joven Lucía, protagonizada por la actriz Lucía Jiménez (No se lo digas a nadie, La buena vida), quien conoce a Manuel, Juan Diego Botto (Historias del Kronen, Martín Hache) un herrero alistado en una de las cuadrillas del maquis que pululaban por el norte de España entre 1944 y 1948. Preferir este punto de vista, tampoco ha sido una rareza de Armendáriz: «Después de escribir un primer guión desde la mirada de los guerrilleros, me di cuenta de que esa historia no era la que me interesaba contar y que las madres y novias eran las verdaderas protagonistas. Desde ellas se podían ampliar las posibilidades de la historia», explica el director.
La pareja de actores pone la historia de amor in crescendo a la que asisten, entre otros, Mercedes Sampietro (Cuando vuelvas a mi lado), Alvaro de Luna (Curro Jiménez), María Vázquez (vista en teleseries como Raquel busca su sitio y Compañeros), Ramón Barea (director de Pecata minuta), Alicia Sánchez (Barrio) y los hermanos Ander y Andoni Erburu. Este último repite director tras ser el protagonista de Secretos del corazón.
Y al otro lado de la cámara, Armendáriz comparte por primera vez títulos de crédito con su compañera Puy Oria, encargada de la producción.
En total, medio centenar de personas han invadido y reconstruido, al albedrío que manda el guión, los sobrios pueblos que componen el Valle de Arce situado al norte de Navarra, paisaje que hace 60 años también pisaron los verdaderos maquis a sabiendas del peligro que acechaba tras un avistamiento de la bandera española. También a sabiendas de que la objetividad es tarea difícil si no imposible, el actor Ramón Barea asegura: «Montxo ha conseguido escribir un guión sobre la dignidad humana y nada maniqueo, en el que se reparten manotazos a todas las partes del conflicto. Ha optado por la vía más dura, menos complaciente».
Restan dos semanas de rodaje. Lo que el director no cuenta de los maquis aún vivos que conoció antes de ponerse a escribir, lo plasmará Javier Corcuera en un documental. La próxima primavera las pantallas de cine descubrirán el grito de las mujeres del maquis al romper su silencio.
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