EL MUNDO 19/12/2004
Un grupo de guerrilleros tomaron el Vall d'Aran a finales de los años 40, hasta que Carrillo ordenó la retirada.
En 1969, el diario ABC publicó un artículo laudatorio en honor de la Guardia Civil que era, en realidad, el pretexto para dar a conocer unos datos, recuadrados bajo el epígrafe «El bandolerismo», y que historiaban por primera vez un periodo largamente silenciado de la crónica de la guerrilla española contra el franquismo.Aquellas estadísticas merecían un análisis que, por razones obvias, no pudo hacerse en el interior del país. El historiador francés André Sorel sí lo hizo en el suyo, rescatando de la memoria del tiempo perdido hechos merecedores de ser presentados a las nuevas generaciones españolas a través de un documento dedicado a la guerrilla española del siglo XX.
Las cifras que presentaba ABC se referían a los años comprendidos entre 1943 y 1952, reproducidas según el lenguaje oficial:
-Hechos delictivos: 8.275 (muertes, secuestros, atracos, sabotajes y enfrentamientos armados).
-Bajas de bandoleros: 5. 548 entre muertos (2.166) y capturados (3.382).
-Bajas del cuerpo (Guardia Civil): 624, de las que se contabilizaron 256 muertos y 368 heridos.
-Detenidos como enlaces, cómplices y encubridores: 19.407.
Durante esos nueve años, fue en el bienio 1946-47 cuando se registró mayor virulencia con más de 1.500 acciones armadas del maquis o guerrilla (que tuvo 1.558 bajas), actividades que fueron disminuyendo paulatinamente hasta quedar reducidas a 194 en 1951.
Aquellas páginas crípticas de la historia cobran especial relieve estos días en que se cumplen sesenta años del intento de penetración, a través del Vall d'Aran, de dos mil guerrilleros españoles que habían participado activamente en la resistencia francesa contra las tropas de ocupación alemanas. El proyecto no contó con la aprobación inicial de algunos comunistas, más partidarios de una infiltración lenta, goteada, sobre distintos puntos del territorio y descargar después un espectacular golpe propagandístico. Pero los hombres tenían ya las armas dispuestas y esperaban contar con el apoyo de los aliados que estaban derrotando a Hitler en un combate común para barrer el fascismo de Europa.
Así, con un par de blindados y un cañón del siete y medio entraron en ese valle de 500 kilómetros cuadrados poblado por pastores y leñadores, y conquistaron cuatro localidades, entre ellas Viella, sin encontrar resistencia. Los habitantes del valle no acababan de entender qué estaba sucediendo, aislados como vivían y sin apenas noticias de España y el mundo. Se hicieron prisioneros, especialmente guardias civiles, policías, militares y algunos falangistas, pero la operación quedó atascada.
El líder comunista Santiago Carrillo llegó de América con plenos poderes, se plantó en el valle en un vehículo del cuartel general del mariscal yugoslavo Tito y ordenó la retirada, que se realizó sin bajas puesto que Franco no ordenó intervenir al ejército en los diez días que duró la ocupación. Algunos grupos, con todo, permanecieron cerca; otros se internaron excesivamente y las tropas franquistas hicieron muchos prisioneros (para entonces se hablaba ya de 10.000 guerrilleros). La imprevista aventura, que se evoca ahora en la Vall, llegaba así a su término.
Después de que los comunistas renunciaron a la guerrilla, en 1952 lo hicieron los anarquistas. Pero algunos maquis insumisos decidieron actuar aisladamente, como fue el caso de Josep Lluís Facerías, abatido por las fuerzas armadas en 1957; de Quico Sabater, muerto en 1960, y de Ramon Vila Caracremada, el último maquis catalán, liquidado por la Guardia Civil en Balsareny en 1963.Todos ellos merecen un lugar en la moderna épica de nuestra historia.
Muchos de los exiliados españoles en territorio francés habían participado activamente en el maquis o resistencia contra los nazis. En algunos departamentos fueron españoles los que formaron los primeros núcleos armados. Unos 18.000 de ellos integraron los comandos guerrilleros que hostigaron durante toda la guerra con escaramuzas a las tropas alemanas que ocupaban Francia. Exiliados españoles colaboraron también en campañas en Gabón o Etiopía.Tres mil republicanos participaron en la de Italia, así como en todas las operaciones del ejército francés para la liberación de Europa.
Los primeros carros de combate aliados que penetraron en el París ocupado por los alemanes estaban conducidos por soldados españoles.
Más tarde, 1.100 españoles fueron destinados en Indochina, de los que más de la mitad sucumbieron en el histórico enclave de Dien Bien Fu. Algunos de estos combatientes que se quedaron en Vietnam lucharon después contra los estadounidenses al lado del Vietcong, según ha sido ampliamente documentado. La historia de la guerrilla española se prolongaba así en los escenarios del delta del Mekong.
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