EL DIARIO MONTAÑES 07/10/2008
El motivo de este artículo es, mediante unas breves pinceladas, dar a conocer algunas características de la guerrilla que se enfrentó a todo un poderoso ejército napoleónico,
por las circunstancias que acaecieron en el transcurso de la Guerra de la Independencia, cuya estrategia suscitó la admiración de Europa. El hecho de su surgimiento estuvo motivado cuando se percataron los españoles que en campo abierto los franceses eran muy superiores al ejército regular español.
Los guerrilleros combatieron a los gabachos hostigándolos mediante emboscadas, golpes en la retaguardia, sabotaje en sus líneas de comunicación, procurando que los correos no llegaran a sus destinos y otros actos que trataban de minar la moral del adversario. Miguel Artola define a la guerrilla como la primera aparición histórica de la guerra revolucionaria. Los galos denominaron a este modo de llevar a cabo la confrontación contra el invasor 'la petite guerre'. Las guerrillas estuvieron formadas por personas de lo más heterogéneo y sus componentes se movían y desplazaban con libertad en todos los terrenos. Precisaban la ayuda del pueblo que les hacía llegar información sobre el enemigo y con su apoyo disponían de recursos económicos y materiales y lugares donde guarecerse.
Las tropas invasoras tuvieran que dedicar gran parte de sus efectivos a vigilar a estos grupos molestos, que reducían la capacidad de maniobra de los invasores, creando nerviosismo y desmoralización para las huestes galas, que mediante estos golpes de efecto se vieron sensiblemente mermadas en su táctica y efectivos humanos y materiales.
Los diversos militares franceses que estuvieron en nuestro país, después del conflicto bélico, como reseña Dufour, pusieron de manifiesto el destacado protagonismo de la guerrilla y el Emperador, en su destierro de Santa Elena, reseñó que en realidad quien había derrotado a sus tropas fue el pueblo más que el propio ejército español. Dentro de las guerrillas, como destaca Pedro Pascual, se perfilaron fundamentalmente dos modalidades: aquellas integradas y lideradas por civiles, que no pertenecían al estamento militar y las constituidas por miembros pertenecientes al clero, ya fuera secular o regular. Tanto las guerrillas civiles como las eclesiásticas se tuvieron que atener a la normativa emanada de la Junta Central Suprema Gubernativa, quien promulgó el Primer Reglamento de Guerrillas el 28 de diciembre de 1808.
De acuerdo con la versión sustentada por Agustín Rodríguez Fernández , como reseña Fernando Martínez Laínez , Santander se sublevó contra la ocupación gala el 26 de mayo de 1808. Desde la capital cántabra se planifico la defensa militar. Reinosa y los puertos de Escudo y los Tornos se convirtieron en enclaves estratégicos de gran relevancia tanto para los franceses como para el ejército regular español y las guerrillas. En ese contorno según el transcurso del conflicto bélico se alternó el dominio de los galos con el de las tropas españolas y los guerrilleros.. El trayecto desde Reinosa a Santander tuvo una especial relevancia
En Cantabria, como en todo el territorio nacional, la guerrilla operó de modo efectivo con figuras tan sobresalientes como Juan Díaz Porlier y Juan López Campillo. Porlier conocido como 'El marquesito', forma parte de la lista de los ochos magníficos, guerrilleros, así denominados por Fernando Martínez Laínez por su especial relevancia, que fueron: Juan Martín Díez 'El Empecinado', Espoz y Mina , llamado, por los gabachos 'le petit roi de Navarre' y Jerónimo Merino Cob: el Cura Merino, además del citado Porlier, Javier Mina ('El Mozo'), Gaspar de Jáuregui ('El Pastor'), José Rumeu ('El Mártir') y Julián Sánchez ('El Charro').
Porlier nació en Cartagena de Indias en 1788. Fue en 1802 cuando llega a España, en el momento en que acaece el conflicto bélico de la Guerra. Campillo, natural de Liendo, fue después de Porlier el más destacado de los guerrilleros. Sus hazañas en tierras riojanas y navarras propiciaron que fuera premiado con diferentes ascensos en el escalafón militar. Retornó a Cantabria, ya suficientemente experimentado en su lucha contra los gabachos. Campillo, como indica Eloy Domostegui, destacó por su osadía y acciones temerarias. Diversas localidades cántabras fueron el escenario de sus gestas como Liendo, Ramales, Laredo, el valle de Soba, Limpias, Santoña etc. Una vez terminada la Guerra el rey felón, Fernando VII, implacable enemigo de los liberales, ordenó su persecución por los absolutistas, situación que afectó negativamente a Campillo y Porlier, personas de profundas convicciones liberales
Porlier comenzó sus escaramuzas en la guerrilla con el apoyo de su fiel colaborador, Bartolomé Amor Pisa, a la sazón sargento primero. Aglutinó a diversos grupos dispersos que operaban por el Norte y conforme al mando recibido del teniente general Maly, el 14 de marzo de 1809 creó la denominada División Cántabra, según Laínez, con diferentes unidades de Infantería y Caballería constituidas por los regimientos: Cántabro I, Laredo, Castilla y Tiradores de Cantabria y el Regimiento de Húsares de Cantabria. Ya con anterioridad en las postrimerías de 1808 Juan José González de la Riva, nacido en Selaya, en 1774, donde aún se conserva su casa natal con un emblemático escudo, en el denominado 'Barrio Santo', junto a La Pesquera y una torre medieval. En uno de los laterales de la citada casa figura una leyenda donde puede leerse «cueva me fecit » Fue de la Riva experto oficial, fundador de la llamada 'Caballería del Señor de la Riva' que enseguida fue más conocida como 'Húsares de Cantabria', unidad ecuestre que en el terreno montañoso desempeñó un papel relevante en las cumbres para obstaculizar el avance de los franceses. Esta guarnición equina de de la Riva se incorporaría posteriormente al grupo de Porlier, sin que por ello perdiera sus propias señas de identidad.
De la Riva merced a su valentía evitó que tanto Díaz Porlier como Ballesteros cayeran en poder de los franceses el 10 de junio de 1809, en Santander. Como reconocimiento a su gesta fue promovido a Coronel.
El 14 de agosto de 1811 Porlier logra conquistar Santander y definitivamente la ciudad cae en poder de aquel ayudado por los británicos el 3 de agosto de 1812. Contó con la inestimable colaboración de Campillo que se asentó en el Puerto del Escudo para obstaculizar la llegada de la ayuda gala.
Laínez menciona a otros guerrilleros destacados en Cantabria como Hilario García de la Huerta que estuvo bajo el mandato de Campillo. Asimismo, Manuel Bedia Ruiz o los lebaniegos Manuel Colmenares y Juan Salcedo o los campurrianos Manuel García del Barrio, Juan Obeso ("El Recio") y Andrés María del Río.
Una vez finalizada la Guerra de la Independencia los guerrilleros eligieron opciones políticas diferentes, como, cuando en el Trienio Liberal (1820-1823), dos guerrilleros amigos que participaron en la toma de Roa de Duero en la Guerra: el Cura Merino, y Juan Martín Díez, El Empecinado, se enfrentaron en el campo de batalla. Merino por los absolutistas o realistas y El Empecinado por los liberales. Es simpática la anécdota, que menciona Canuto Merino Gabuyas, cuando Merino, en la contienda que entablaron en tierras burgalesas, se dirige al Empecinado, y en un lenguaje coloquial, dada la amistad que antaño tuvieron, le dice «Hazte preso, ríndete Juanillo», hecho que no ocurrió, procurando presto El Empecinado en buscar refugio y no entregarse a Merino.
L. Regino Mateo del Peral (Quino) es historiador. En Cantabria, como en todo el territorio nacional, la guerrilla operó de modo efectivo con figuras tan sobresalientes como Juan Díaz Porlier y Juan López Campillo
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