EL MUNDO 18/04/2001
«La intolerancia no genera más que violencia y la violencia lleva a situaciones tan absurdas como Kosovo, Colombia, Chechenia...».
Así de tajante se mostró Montxo Armendáriz en la presentación de Silencio roto, su primer trabajo como director tras el éxito de Secretos del corazón, largometraje que en 1997 fue candidato al Oscar a la Mejor Película de habla no inglesa.
De nuevo, Armendáriz pulula por la posguerra española y se enfrenta a una historia de «perdedores que se ha tratado de silenciar y olvidar», se enfrenta a una historia de maquis, aquellos guerrilleros que, ocultos en la montaña, no se resignaron al triunfo franquista. Armendáriz no se resigna y, esta vez, narra la historia desde el punto de vista de sus mujeres, «doblemente perdedoras: por sus ideales y por su condición de mujer».
Lucía Jiménez, Juan Diego Botto, María Botto, Mercedes Sampietro y Alvaro de Luna protagonizan Silencio roto que se estrena el próximo viernes 27 de abril y cuya finalidad ha sido «recuperar un trozo de nuestra memoria histórica y reflejarla con toda la objetividad posible, para que su conocimiento contribuya a un mayor y mejor entendimiento entre las personas y los pueblos».
Historia de miedos
Armendáriz se deja imbuir por una emocionante historia de miradas, de silencios que lo dicen todo, una historia en la que el miedo se convierte en el protagonista, miedo a hablar, miedo a sentir, miedo a pensar, miedo al prójimo... «El miedo era algo importante. Yo no he tenido estas vivencias, pero todos con los que he hablado coincidían en que el miedo era una característica de la España de la posguerra. La gente vivía asustada, sobre todo en las zonas donde había guerrilla, en León, Galicia, Levante o Extremadura». Rodada en el valle del Arce, en Navarra, la historia no sitúa la acción en un lugar concreto. «Rodamos en Navarra por casualidad, desde el principio no quería que el pueblo se identificase. Se trataba de contar una metáfora de lo que ocurre en un pueblo de posguerra enclavado en la montaña».
A pesar de ser una historia de maquis, Silencio roto pasa de refilón por los temas políticos. «Es cierto, no me interesaba que la política fuera la parte fundamental del guión, me seducía más tratar al ser humano, narrar sus reacciones en una situación extrema. Los maquis han sido los grandes olvidados de la historia, siguen considerados como bandoleros y no digamos sus mujeres», explica.
En una primera versión, Silencio roto iba a ser vista desde el punto de vista de los hombres. En una segunda escritura, Montxo Armendáriz se centró en un personaje real, conocido como la madre que prestó apoyo crucial a la guerrilla. Al final, se impuso la visión de las mujeres, las madres, esposas y novias de los guerrilleros.
Montxo Armendáriz, además de dirigir y firmar el guión de Silencio roto, se estrena como productor. «Hace tiempo que quería involucrarme en la producción, pero éste ha sido el momento propicio para hacer la película como yo quería».
A pesar de contar con un reparto de de jóvenes actores, Armendáriz es consciente de que se ha dejado envolver por una historia que quizá no atraiga a los jóvenes espectadores. «Sin lugar a dudas, pero eso no impide hacer la película en la que crees», confesó.
Fiel a sus actores, por Silencio roto pasan, entre otros, el rostro del inolvidable Patxi Bisquert, protagonista de Tasio, y un adolescente Andoni Erburu, la inocente y penetrante mirada de Secretos del corazón, el único niño de la película que, además, sólo habla al principio y al final de la historia. «Juan es el mensajero inocente de todos, el espectador mudo de este horror. No quería que hablara», concluye.
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