EL MUNDO 04/02/2009
Ha muerto sin ver cumplido su sueño: que el Gobierno reconociera como la última expresión del Ejército republicano a los hombres y mujeres que lucharon contra el régimen franquista desde la clandestinidad. Eulalio Barroso, alias Carrete,
creía que la Ley de la Memoria Histórica era insuficiente y no se cansaba de recordar que era necesario rehabilitar la memoria de los guerrilleros, suprimiendo de los expedientes policiales cualquier referencia a ellos como bandoleros y bandidos.
Nacido en la localidad cacereña de Bohonal de Ibor en 1927, Carrete era apenas un chaval cuando se incorporó a la guerrilla. Su vida a partir de entonces no fue fácil y sobrevivió gracias a la ayuda que proporcionaban a los guerrilleros los habitantes de los pueblos cercanos.
Pese a sus profundas convicciones ideológicas, no se cansaba de repetir que se echó al monte para escapar de una muerte segura.«Un día, cuando tenía 16 años, la Guardia Civil me puso un fusil en el pecho para que desvelara el escondite de tres de mis hermanos [que estaban en el maquis]. El cabo amenazó con matarme y le dije: '¡Si tiene que hacerlo, hágalo!'», pero aprovechando un descuido de sus captores consiguió huir.
Corrió con todas sus fuerzas, sin mirar atrás, hacia la base donde creía que se encontraban sus hermanos, pero su maquis había desmantelado su campamento para evitar ser detenidos. «Me pasé el día andando, desesperado, y al anochecer oí una voz. ¡Eran ellos!», relataba. Y así comenzó su andadura entre los que se convirtieron en su nueva familia. Durante cuatro años recorrió junto a sus compañeros guerrilleros las sierras de Cáceres y Toledo, alimentándose de lo que les daba la población, que no los considera bandoleros sino los últimos supervivientes de un régimen derrocado, que luchaban por devolver a España la libertad perdida.
En el maquis dejó de ser Barroso para convertirse en Carrete y aprendió a leer y escribir. Integrante de la Agrupación Guerrillera de Extremadura, estuvo al mando de Jesús Gómez Recio, Quincoces, y de Joaquín Ventas Cinta, Chaquetalarga.
Pese a las penalidades que sufrió en la clandestinidad, nunca se arrepintió de su decisión de echarse al monte, pero le dolía la falta de reconocimiento del Estado español. «Los maquis que luchamos por la República aún somos unos parias», comentaba indignado.
Los tiroteos con la Guardia Civil eran continuos, pero los guerrilleros estaban casi siempre en inferioridad de condiciones. El 31 de diciembre de 1945, la fortuna le abandonó y fue detenido y enviado a prisión. Condenado a muerte, su pena fue finalmente conmutada por 30 años de cárcel, de los que cumplió 14.
Para él como para tantos ex guerrilleros, la Ley de Memoria Histórica se ha quedado muy corta. En los últimos años, Barroso dedicó gran parte de su tiempo a reivindicar el reconocimiento de unos hombres y mujeres que lucharon por acabar con un régimen que robó a España su libertad.
Eulalio Barroso, guerrillero antifranquista, nació en 1927 en Bohonal de Ibor (Cáceres) y murió el 29 de enero de 2009 en Valencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario