EL PAÍS 15/09/2005
'El monte o la muerte' recoge los archivos militares sobre el guerrillero.
Estuvo en el monte desde julio de 1936 hasta mayo de 1951. Esos 15 años de resistencia indómita convirtieron al cazador y jornalero
leonés Manuel Girón Bazán en uno de los maquis más legendarios y buscados del franquismo, que lo dio por muerto hasta tres veces antes de matarlo de verdad. Ahora, su paisano Santiago Macías, de 32 años, narra en El monte o la muerte la historia de su vida, que ha investigado durante 10 años.
Escritor e investigador de Ponferrada, Macías ha dedicado gran parte de su vida a despertar la memoria dormida de algunos personajes, algunos heroicos, otros anónimos, de la lucha antifranquista, y a reivindicar el derecho a saber la verdad de los descendientes de los miles ("de 30.000 para arriba") de desaparecidos de la Guerra Civil.
Hace ya cinco años, a los 27, colaboró en la apertura de la fosa de los llamados Trece de Priaranza, y unos meses después ayudó a crear la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARHM), de la que ahora es vicepresidente y que ha exhumado ya más de 500 cadáveres.
Ayer, Macías contó que estas tareas fueron un paréntesis en su larga labor de investigación sobre Manuel Girón, y que la pausa resultó crucial: "Hasta 2002 sólo tenía los testimonios orales de los compañeros y guardias civiles supervivientes de la época. Pero en 2002 se abrieron por fin los archivos militares, que debían permanecer cerrados hasta 50 años después de su muerte, y ahí encontré toda la documentación que la Guardia Civil había destruido en su momento".
En el prólogo de la biografía que ha editado Temas de Hoy, Julio Llamazares compara a Girón con otros míticos guerrilleros de la guerra y la posguerra, gente como Caraquemada y Sabaté en Cataluña, Juanín en los Picos de Europa o Chaquetalarga en Extremadura.
Pero este jornalero del Bierzo, dijo ayer Llamazares, fue incluso más emblemático, no tanto por su compromiso político o su importancia estratégica como por su "astucia y su valentía en combate" (un día se enfrentó con sólo tres hombres a decenas de guardias civiles y salió indemne) y por la inmensa popularidad que le confirió su capacidad para escapar de cualquier emboscada durante 15 años y para resucitar hasta tres veces (en 1940, 1945 y 1949) después de haber sido dado por muerto por la Guardia Civil. "Fue un héroe sin pretenderlo y, como los héroes, murió traicionado", dijo Llamazares.
Macías no aclara del todo en su narración, que mezcla y discrimina entre historia, testimonios y fantasías, quién traicionó a Girón, si sus compañeros de partida (probablemente) o su compañera sentimental. Pero sí cuenta que su asesino fue un infiltrado de la Guardia Civil en la partida de Girón, José Rodríguez Cañueto: "Fue la única manera de acabar con él. Un día que, casualmente o no, desaparecieron todos los demás compañeros, le pegó un tiro en la nuca. Luego quedó libre y murió en un accidente de tráfico en Mérida en 1966".
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