Se nos envía la siguiente carta:
“Una vez más nos vemos obligados a hacer pública nuestra protesta; el motivo: la aparición de un libro que lleva por título “los que se echaron al monte” cuyo contenido está basado principalmente en disquisiciones y conjeturas en torno a nuestros familiares, Juan Fernández Ayala y Francisco Bedoya Gutiérrez.
De nuevo elevamos a la opinión pública nuestra protesta
ante las crónicas y relatos aparecidos recientemente, dedicados a nuestros hermanos en tiempos pasados, al igual que en el presente con este libro y en el futuro con un artículo próximo a aparecer en Tiempo de Historia, titulado “Juanín y Bedoya los últimos guerrilleros de Cantabria”, cuyo autor es J. R. Saiz Viadero.
Desde aquí manifestamos nuestra repulsa contra escritos de carácter oportunista, en los que se hacen públicas tantas mentiras y manipulaciones, de unos hechos y personas, por quienes relatan estas historias aprovechando la fácil aceptación de estos temas, entre un público lamentablemente adentrado en el campo del consumismo.
Por nuestra parte hemos de decir, contrariamente a la opinión de Isidro Cicero Gómez, que ni el pueblo nos ha tratado bien ni se ha contado su historia verdadera, y esto es natural cuando no se ha vivido desde dentro. Lo que recoge el autor del libro en la investigación llevada a cabo sobre la vida de maestros y que califica de hechos históricos, son simplemente los comentarios, anécdotas e invenciones relatadas de forma varia y casi siempre deformadas de quienes nos rodearon, pero que nunca formaron parte del bloque familiar, que estuvo en todo momento al lado de ellos, sufriendo por ello cárcel, vejaciones torturas y destierro. Sólo nosotros sabemos la magnitud real de unos hechos que hemos vivido y que nadie podrá contar por nosotros, pues es nuestra propia historia.
Tampoco nos parece justa la forma que el señor Isidro Cicero ha empleado para presentar su libro, aprovechándose de eventos y fiestas de marcado carácter popular, así como el contenido de la pancarta anunciadora en el puesto de venta que decía así como “Juanín y Bedoya luchadores por la libertad de Cantabria”, amén de su falta de ética al no enterarnos de la aparición del libro sino por la prensa.
Por todo lo expuesto, nos sentimos en la obligación de hacer público, tanto a los que han leído los artículos de J. R. Saiz Viadero y el libro de Isidro Cicero Gómez, así como futuros escritos a punto de aparecer, que no se trata de la verdadera historia nuestra y de nuestros hermanos la que encontrarán en esas páginas sino una burda mentira.
Esperamos que algún día sabrán como eran, pensaban y vivieron algunos de “Los que se echaron al monte”.
Firmado P. Noriega y C. T. Bedoya.**En apariencia Pedro Noriega y Celedonia Teresa Bedoya.
Nota de la Redacción:
El 27 de agosto, “HOJA DEL LUNES” garantizó al portador de la carta a cuyo pie, a máquina, figuraban los nombres de P. Noriega y C. T. Bedoya, la publicación íntegra del escrito. Por una serie de razones exclusivamente de tipo técnico, la semana pasada nos vimos obligados a aplazar todo un bloque informativo en el que además de reportajes y artículos iban dos cartas de réplica, una de ellas la que ahora insertamos, circunstancia que hacíamos constar ostensiblemente en nuestra página tercera adelantando que se publicaría en ese número. Esto es así y con repasar nuestra anterior “HOJA DEL LUNES” basta.
En este plazo de tiempo nos hemos visto sorprendidos por la circulación multicopiada de este escrito de P. Noriega y C. T. Bedoya, exactamente igual al que se nos entregó excepción hecha de un último párrafo, añadido posteriormente, en el que se dice que “el día 27 fue entregado el artículo en la redacción de la “HOJA DEL LUNES” y que al no acceder a su publicación, demostraron, una vez más, su postura elitista encubierta con el fácil manejo de la palabra democracia, pero al servicio de los de siempre. Es por lo que nos hemos visto obligados a darlo publicidad de esta forma” (repartiéndolo a mano por la calle...).
Según nuestras noticias, en la asamblea regional que celebró la CNT, el viernes, a las ocho de la tarde, surgió un espontáneo manifestándose en los mismos extremos que el párrafo al que hemos hecho mención y solicitando ayuda de los presentes para su reparto, lo que, en número que desconocemos, fue asumido por parte de la asamblea. Así se dio el caso que militantes de CNT fueron los que, por la calle, distribuyeron el escrito fotocopiado.
Bien. “HOJA DEL LUNES”, salvando la honorabilidad y la confianza que nos merece quien fue portador de la carta a esta redacción, podría ahora entrar a saco en el último párrafo, el añadido, y poner a los dos firmantes como hojas de perejil, porque con sus argumentos nos lo ponen verdaderamente fácil. No lo hacemos, entre otras cosas, porque las pasadas vivencias y los recuerdos de las familias Noriega y Bedoya nos merecen todo respeto y, en segundo lugar, y muy importante, porque nos tememos que los firmantes no han redactado este párrafo. A sus interesados amanuenses hay que preguntarles por el tipo de empanada mental que les lleva a decir que este periódico ha adoptado una “postura elitista encubierta con el fácil manejo de la palabra democracia” y que está al “servicio de los de siempre”. Que le manda madre.
Por último lamentamos que un sector de cenetistas –por cierto, a quien en ocasión reciente hemos brindado hospitalidad en este periódico que está al “servicio de los de siempre”–, no tenga otras cosas más trascendentales que llevar a cabo que el reparto de unas fotocopias en las que se incluye un burdo intento para desprestigiarnos. Por lo demás, pasamos de todo.
Hasta aquí la nota publicada en “LA HOJA DEL LUNES”, a cuyo frente como director estaba el periodista lebaniego Juan González Bedoya. Carta que para su debida interpretación precisa ese imprescindible saber ponerse en otro tiempo y circunstancias.
De todos modos, cuando hace tiempo hablé con Pedro Noriega de esa carta no la recordaba en absoluto. “No puedo asegurar que en su día la firmase si me la pusieron delante, pero desde luego yo no la escribí”, manifestó Pedro sin poder recordar quién y por qué llegó a redactar aquella misiva (Antonio Brevers).
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