Editorial: Fundación Salvador Seguí
Año: 2005
Descripción: 200 p. : il. ; 21x15 cm
Comentario: La propaganda franquista hablaba de ellos como bandoleros, pero lo único que pretendieron robar fue un poco de libertad.
La gris historia de estos combatientes está documentada en La oposición al franquismo en Andalucía Oriental, una investigación de Hartmut Heine y José María Azuaga que ha sido recientemente presentada. No dieron la guerra por perdida y se echaron al monte.
El libro utiliza muchas fuentes inéditas: las que se encuentran en el archivo del Ministerio de Asuntos Exteriores británico, informes de los cónsules británicos en Málaga, memorias de protagonistas de la oposición... Hartmut Heine analiza en términos generales cómo fue la represión al término de la Guerra Civil y cómo evolucionó a través de las décadas. En un primer momento, la resistencia armada tuvo sobre todo con un carácter defensivo. Heine habla de los huidos, de los que en la guerra y los primeros años de posguerra se refugiaron en las sierras para evitar las represalias.
También analiza la situación socio-económica del momento en Andalucía oriental, algo que se resume en una sola palabra: miseria. En este sentido, Heine recoge un informe del agregado naval de Alemania que explica que en Málaga capital morían en torno a 20 personas al día por culpa del hambre en el año 1941.
El investigador analiza la oposición y el nacimiento de una guerrilla que tuvo nombres como los hermanos Quero, Juan Francisco Medina, El Mota… También habla de la oposición estrictamente política, de los grupos clandestinos que no recurrieron a las armas durante la posguerra: PSOE, Partido Comunista, la UGT, los anarcosindicalistas –que desarrollaron una actividad importante en conexión con la guerrilla en muchas ocasiones–. Fueron las grandes corrientes de actividad antifranquista. ¿Había coordinación o cometieron el mismo pecado que durante la Guerra Civil, enfrentándose entre ellos? "Hay de todo", cuenta José María Azuaga, coautor del libro. "Existen momentos de colaboración y momentos en los que hay grandes discrepancias y recelos".
En los años 50 finalizó la actividad armada y se fue reconstruyendo el Partido Comunista en varias provincias. Fueron los comunistas los que en esta época desarrollaron la lucha sindical, procurando movilizar a los trabajadores infiltrándose en los sindicatos verticales. Aparecieron nuevos grupos que no existían, como la izquierda radical, maoístas...
De los distintos grupos que van surgiendo, el libro hace especial hincapié en la actividad de los cristianos que participaron en la lucha contra Franco, especialmente en la Hermandad de Obreros de Acción Católica y la Juventud Obrera Católica. "Ahí, lo que se produce es una situación muy significativa porque algunos miembros de la Iglesia comenzaron a distanciarse del régimen de Franco porque, hasta entonces, la Iglesia había tenido una actitud de complicidad", cuenta Azuaga. Aquí nació la figura del cura obrero, relacionado también con la apertura que se dio en el Concilio Vaticano II.
Comisiones Obreras tomó parte importante también en los 60 a medida que el movimiento estudiantil iba tomando cuerpo. Como anécdota, La oposición al franquismo en Andalucía Oriental recoge el robo en 1970 de una fotocopiadora de la Facultad de Letras de Granada con la que se lanzó Nuestra lucha y que sirvió para imprimir propaganda no sólo del Partido Comunista sino de CCOO en otras muchas provincias andaluzas. Además, surgen grupos nuevos como Bandera Roja –muy fuerte en aquellos momentos–, grupos de carácter marxista-leninista, grupos anarquistas, el Partido del Trabajo de España...
Pero ya eran otros tiempos y el cielo plomizo comenzaba a dejar pasar algún rayo de esperanza. Diferente situación a la desesperanza sin consuelo de los guerrilleros de la posguerra, tema que en el libro retrata José María Azuaga con nitidez.
¿Hasta qué punto contó el maquis con la colaboración y el apoyo del pueblo? En Andalucía, el pueblo que más guerrilleros aportó fue Salar (Granada), con más de 20. ¿Coinciden estos focos de resistencia con zonas de especial represión? Salar fue un lugar tradicionalmente de izquierdas durante la República y durante la Guerra Civil. La represión era muy fuerte y en el apoyo al maquis tuvieron mucho que ver las organizaciones clandestinas que operaban en los pueblos. En el caso de Salar existía una fuerte implantación del Partido Comunista.
Otro lugar donde el maquis tuvo especial relevancia fue en Almuñécar. En este caso, según las investigaciones de Azuaga, el motivo fue la brutal represión del régimen franquista. "Muchas personas se fueron a la sierra en octubre y noviembre de 1947 y siempre me pregunté qué pudo pasar para que tantas personas se fueran a la guerrilla", dice Azuaga, quien llegó a contactar con un antiguo general de la Guardia Civil, Manuel Prieto López, que le dio las claves. "Me contó que en cada cuartel tenían una lista de personas que sabían que no eran afectos al régimen. Prieto fue a Almuñécar y de esa lista debía coger a los que él quisiera para fusilarlos". Sin embargo, Prieto no estuvo de acuerdo y buscó pretextos para no cumplir esas órdenes, pero otro compañero de la Benemérita no tuvo la misma sensibilidad y sí lo hizo, ajusticiando a un buen número de personas con procedimientos extrajudiciales.
El origen del maquis fueron los huidos por la represión pero después hubo organizaciones políticas que pensaron que era una manera apropiada de acabar con el régimen. Vendrán incluso desde el exilio cuando vean que Franco puede caer si se le presiona en el contexto de la II Guerra Mundial con la caída de los nazis. Llegan guerrilleros de Francia y de las colonias del Norte de África con desembarcos en las costas andaluzas para formar a los guerrilleros y darle un sentido político a sus acciones. "Esto sirvió mucho en Italia y en Francia y consideraban que este método se podía emplear en España".
Y se empleó, pero sin éxito. El maquis, además de oponerse a la represión, fue una válvula de escape contra la desesperación.
Fuente: EL DIA DIGITAL.- (G. Cappa).
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