Euskonews & Media 81.zbk (29/06/2000)
Quedan pocos. La mayoría terminó muerto en el monte o ante el pelotón de fusilamiento. Otros no sobrevivieron a la cárcel porque una pulmonía o la tuberculosis los dejó para siempre en el penal de Burgos. Los que sobreviven no son demasiado dados a recordar su pasado.
Mira, yo siempre he estado donde creía que debía estar. Durante la República fundamos el sindicato UGT en mi pueblo. En la Guerra Civil, peleé por la República. Durante la II Guerra Mundial, nos echamos al monte para luchar contra los nazis. En 1944 me dijeron que volviese a España a dirigir el maquis en Euskadi y lo hice con alegría, aún sabiendo que me jugaba la vida – comenta Victorio Vicuña, el jefe de la "Agrupación Guerrillera de Euskadi". Pero en parecidos términos podríamos oír a Marcelo Usabiaga, a Jacinto Ochoa, a Bittor Lecumberri o a cualquiera de los veteranos de la lucha contra el fascismo. Todos coinciden también en otra cuestión: se quejan amargamente porque no se han retirado los calificativos de bandidos y criminales con que los denominaban los informes policiales. Peor paradas quedan aún las guerrilleras, a las que las fuentes policiales califican unánimemente de prostitutas.
El estudio de la guerrilla en el País Vasco y Navarra resulta especialmente difícil, debido a la falta de fuentes. En el "Archivo Histórico del PCE" hay escasas referencias a nuestra comunidad. Las difíciles condiciones de la clandestinidad, la autocensura y el deterioro producido por el tiempo en los microfilms hace que reconstruir la historia de la guerrilla sea una empresa difícil. Y también, lo que quizá resulte más grave, no existe un verdadero interés institucional por recordar una lucha antifranquista protagonizada principalmente por el PCE.
La "Agrupación Guerrillera" en el País Vasco
Tras la liberación de Francia, las unidades de guerrilleros españoles llegaron a contar con más de 20.000 combatientes. La Dirección del PCE en Francia, el navarro Jesús Monzón, su compañera Carmen de Pedro, el bilbaíno Luis Fernández, Manuel Gimeno y Manuel Azcárate decidieron intentar el derrocamiento militar de la dictadura franquista. Parecía que, derrotada la Italia fascista y con Hitler acorralado, el régimen de Franco tenía sus horas contadas. Una segunda razón impulsaba a esta dirección: durante la guerra habían actuado independientemente del Comité Central (CC) del PCE, pero tras la Liberación Pasionaria, Vicente Uribe y Santiago Carrillo, con el beneplácito de Moscú, volverían a controlar todo el partido. Una victoria en España consolidaría en sus cargos a la dirección francesa.
La plana mayor de la "Agrupación de Guerrilleros" en 1944. El más alto es el bilbaíno Luis Fernández, su jefe.
Confiados en que la hora de derribar la dictadura había llegado, en el otoño de 1944 se inició la operación "Reconquista de España". Aunque el principal esfuerzo se produjo en el valle de Arán, el 3 de octubre una fuerza de invasión penetró por el valle del Roncal y el 7 otra se infiltró por Roncesvalles. Se produjeron combates bastante intensos, con bajas por ambas partes. Alguno de los muertos pasó al martirologio oficial de la Falange, como el alférez Miguel de la Mano, el primer caído de la milicia universitaria. La Dirección del PCE reconoció el fracaso de esta invasión convencional y preparó la entrada de pequeños grupos que iniciasen acciones de guerrillas. Desde noviembre de 1944 a junio del 45 más de 40 maquis veteranos pasaron de Francia a Guipúzcoa, Vizcaya y Álava. Otros muchos vascos y navarros – Celestino Uriarte, Sebastián Zapirain, Asensio Arriolabengoa, Fermín Isasa... – pasaron a comandar la guerrilla y el partido en otras zonas del estado. Un primer grupo, diez hombres y una mujer, desembarcó las noches del 18 y 19 de noviembre en Fuenterrabía. Los demás guerrilleros cruzaron la muga a pie durante los meses siguientes. La actividad de estos grupos fue escasa, debido sobre todo a que ni la geografía del país, ni la densidad de población, ni la masiva presencia de fuerzas franquistas permitieron el asentamiento de la guerrilla en ninguna zona. La Brigada Político-social, especialmente el grupo de Melitón Manzanas, y la Guardia Civil desarticularon a todos los grupos. El intento de derrocar la dictadura franquista se saldó con 16 maquis muertos, 23 detenidos y un centenar de colaboradores y enlaces en prisión. El último guerrillero, Francisco Echeverría Isarri, el rubio de Aralar, cayó en Oyarzun en enero de 1951.
La guerrilla en Navarra
Navarra, por su situación geográfica, era una posible puerta de invasión. Había antecedentes: ya en noviembre de 1924 una partida de anarquistas había penetrado desde Francia para intentar derribar la Dictadura de Primo de Rivera. En la Jefatura Provincial de Falange en octubre de 1944 reinaba la preocupación. Desde la muerte en 1941 del jefe local de Carcastillo, Heladio Urrutia, no se habían producido acciones violentas. Pero de repente Navarra se hallaba en primera línea. La consigna oficial de ese mes fue: "Bienvenidos los tiempos difíciles, porque ellos harán la depuración de los cobardes". Se preveía lo peor, incluso una invasión aliada, por lo que el jerarca Antonio Lizarza, a petición de las autoridades militares, preparó 17 partidas antiguerrilleras con casi 2.500 hombres.
Mapa con la invasión de los Maquis en Navarra en octubre del 44.
Una vez fracasó el intento de invasión, la situación en Navarra era muy peculiar. Desde Toulouse, el CC ordenó que no se efectuasen acciones guerrilleras para evitar que un aumento de las fuerzas represivas impermeabilizase la muga. La frontera navarra constituía el "Sector 2º del Aparato de Pasos del Suroeste". Lo mandaba Manuel Pérez Cortes, quien contaba con 24 hombres, la mitad de ellos antiguos guerrilleros. En el verano del 45 su número había aumentado a 40. Su función era pasar hombres y materiales al interior, eludiendo en lo posible los combates. A pesar de esta consigna, entre 1945 y 1948 se produjeron encuentros en Lecumberri, Satrústegui, Goñi, Zugarramurdi, Valcarlos, Vera del Bidasoa, Errazu, Ustarroz... A veces se trataba de meros encontronazos fortuitos entre los pasadores y la Guardia Civil. Otras veces consistían en golpes económicos para financiar al partido o en ejecuciones de elementos afines al régimen La principal acción se produjo el 25 de febrero de 1946, cuando 40 maquis, mandados por Gabriel Pérez, cruzaron la muga. Su misión era reforzar con pertrechos y personal la guerrilla de los Picos de Europa. El propio Líster, uno de los pesos pesados del CC, había planeado la operación. En Noain cuatro de ellos se disfrazaron de guardias civiles y pararon dos camiones en los que cargaron las armas y el personal.
Guerrilleros de la UNE en los Bajos Pirineos en 1944.
Las caídas en el aparato de pasos y en el partido eran frecuentes. En Navarra existía cierta insatisfacción por pertenecer al Comité Regional de Aragón y no al vasco. Además de las afinidades culturales, se afirmaba que "en Zaragoza tienen "la negra" y cada vez que se toma el contacto con ellos, salta el chispazo y a comisaría".
En 1948 el PCE, a instancias de Stalin, decidió abandonar la política de guerrillas. Para entonces, los datos oficiales en Navarra nos hablan de 35 guerrilleros muertos y más de 200 detenidos, pero indudablemente fueron más. La historia de la guerrilla en Navarra tiene un epílogo bufo: el 8 de agosto de 1961 un grupo de 14 guerrilleros, mandados por Valentín González El Campesino, tuvo un encuentro con la Guardia Civil en Irati, en una acción financiada por los servicios de inteligencia franceses, que querían advertir así a Franco de la peligrosidad de apoyar al OAS. El movimiento merecía un final más digno.
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