La mujer en la Guerrilla


Sabina Montes y un grupo de reclusas relacionadas con la Guerrilla Antifranquista (Foto Familia Diego)

Las mujeres vencidas tras la Guerra Civil fueron víctimas de la maquinaria represiva del franquismo que las castigó doblemente: por ser mujeres y por ser rojas. Encarceladas, desterradas e incluso asesinadas, su condena puso en peligro la subsistencia de la unidad familiar porque sentenciándolas a ellas se castigaba a su vez a niños, ancianos y maridos (algunos de ellos también presos) que, en muchos casos, dependían absolutamente del trabajo de sus madres, hijas o esposas. Y sin embargo, pese a que el régimen no escatimó esfuerzos para combatir la libertad y los derechos de las mujeres, estas fueron, en muchos casos, capaces de resistir al poder utilizando todas las armas a su alcance: crearon redes de solidaridad dentro y fuera de las cárceles, desafiaron la política del hambre con estrategias de todo tipo y jugaron un papel principal de apoyo de la guerrilla que se escondía en el monte.

También los guerrilleros y la izquierda practicaban la discriminación de género. Ellos decían: "el monte no es lugar para mujeres". Muy pocas se incorporaron a las partidas.

Sin embargo la importancia de las mujeres fue decisiva sobre todo en los enlaces: viudas de republicanos, hijas o mujeres de ejecutados y mujeres políticamente comprometidas. Esas mujeres llegaron a vertebrar la lucha política en el mundo rural.

En la película Silencio Roto, queda perfectamente reflejado el papel de la mujer en torno al movimiento guerrillero.

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